miércoles, 16 de marzo de 2011

Volviendo a la carga

Amigos arquierectos, nos estamos despegando del blog y, no se si lo recordaréis, pero dijimos que íbamos a seguir posteando e intentando llenar esto de ideas descabelladas e información interesante.
El blog ha sido saneado, quitando etiquetas, posts de comentarios, etcétera.
Como siempre hemos dicho, la temática es libre y el blog está a disposición de cualquiera de nosotros, al nuevo arquierecto, Jose Miguel, y a Antonio Sáseta, quien no podemos escuchar tan a menudo como antes por el cambio de asginaturas. Por supuesto cualquiera que le interese el tema y tenga ganas de partcipar está invitado.

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Para empezar a postear ya, hace unos minutos buscando información sobre contexto formal y espacios urbanos he encontrado un artículo bastante interesante que os pongo a continuación:

<<La selección de los contextos pertinentes no es, ni más ni menos, que el paso analítico, previo y necesario, que sirve para ajustar el salto al vacío que siempre va violentamente asociado a cualquier acto creativo. Es cierto que el deslizamiento que ha sufrido y sigue sufriendo la arquitectura hacia las disciplinas y los métodos de trabajo científicos ha pretendido minimizar el riesgo de error asociado a este, por otra parte, inevitable salto. La más estricta racionalidad sigue acotando implacablemente la cada día más intolerable posibilidad de error. Pero, como en la paradoja de Zenón, esa posibilidad siempre existirá. Y, lo que es más importante, para avanzar en el conocimiento habrá que asumirla y siempre será necesario dar un salto, grande o pequeño, al vacío, que solo con posterioridad podrá ser analizado hasta sus últimas consecuencias.

Viviendas de Dosmasuno, ponentes en Ultzama.
Por este motivo resulta igual de insatisfactorio para el arquitecto negar la racionalidad y apelar a una íntima intuición personal para la explicación de su forma de hacer, como abrazar el materialismo cientista, pretendiendo que todos los extremos de su propuesta no responden más que a una concatenación de razonamientos deductivos realizados a partir de unas premisas irrefutables.
Este binomio que forman la selección de los contextos pertinentes y la relación que se establece con la discontinuidad irresoluble que acompaña al acto creativo es el que caracteriza al trabajo de cada estudio de arquitectura. Y el que nos proporciona las claves para acometer su análisis, para valorar su idoneidad y para cuantificar su relevancia.
Intentaré explicarme con algunas actitudes concretas:
Dejaré a un lado, como he dicho antes, a los arquitectos —afortunadamente bastante infrecuentes en la actualidad— que aluden para explicar su trabajo al peculiar ojo del arquitecto, a la sensibilidad especial del artista, o a la conjunción mágica de los astros, por su perfecta y buscada impermeabilidad al análisis. El salto al vacío que explícitamente demandan es simplemente inaceptable.

Obra del estudio Mmasa, participantes en las jornadas.
La inclusión como contexto pertinente dominante en un proyecto, de un diccionario arquitectónico ya consolidado —como por ejemplo el ideario racionalista—, o de modelos previos de la historia de la arquitectura —como por ejemplo, el concepto de tipología— tiene por objeto fundamental reducir el riesgo, minimizar la posibilidad de error. Esto no implica necesariamente que el resultado sea mejor o peor. Pero sí supone que la posibilidad de avance de la disciplina derivada de ese proyecto también se minimiza.
El actual énfasis en los aspectos técnicos de nuestra profesión (construcción, estructuras, instalaciones, etc…) tiene por objeto también la reducción del riesgo. Su intrínseca condición científica, parametrizable, cuantificable, proporciona una agradable sensación de certidumbre, de estar haciendo lo correcto. Pero, de nuevo, también es necesario señalar que, si se afrontan estos aspectos de la disciplina desde la seguridad de lo ya conocido y experimentado, el resultado, a pesar de su aparente contemporaneidad, no habrá supuesto un desarrollo significativo de la arquitectura.
De los dos puntos anteriores se puede entender que existe una relación inversamente proporcional entre el grado de sujeción de un razonamiento al territorio tradicional de la disciplina y la posibilidad de avance efectivo de la misma.
Por otra parte, no son infrecuentes ya vigorosos análisis o construcciones contextuales que parten desde otras disciplinas o desde aspectos de la sociedad aparentemente muy alejados de lo arquitectónico (lo ético, lo sociológico, lo político, lo tecnológico, lo biológico, etc…). La necesidad de su planteamiento parte del histórico retraso de la arquitectura. Somos lentos. Lentos y pesados. Estos nuevos contextos son, por lo general, enormemente sugerentes, y parecen apuntar nuevos caminos, evidentemente asociados a una dosis de riesgo mucho más alta que la señalada para las actitudes anteriores.

Centro de salud del estudio Entresitio
Ocurre con frecuencia, sin embargo, que estos poderosos planteamientos no producen unos resultados que reflejen la potencia que los desencadenó. Puede ser cuestión de tiempo y oportunidad. Pero también puede ser que una vez realizado el esfuerzo de construcción de unos nuevos contextos pertinentes se eluda, consciente o inconscientemente, el problema de la materialización de la arquitectura. De esta forma, magníficos mapas de complejidad, sugerentes acciones arquitectónicas o agitaciones sociales más que deseables, pretenden llenar el hueco dejado por la falta de definición del objeto arquitectónico. O bien, lo que es peor, cuando los proyectos pasan a esta fase de materialización, irreflexivamente asumen todos aquellos principios y modos de hacer que pretendían combatir o superar.
El arquitecto debe estar atento a su alrededor, a la sociedad en la que trabaja, para detectar los accidentes, los contextos pertinentes y relevantes sobre los que deberá construir la hipótesis formal que intente resolver el problema. Entiendo que la complejidad creciente de nuestra sociedad hace que las señales de los accidentes se encuentren en terrenos cada vez más alejados de la disciplina propiamente dicha, y hacia allí hay que dirigir la mirada. Para después, ahora sí desde la disciplina, desde la manipulación del espacio (real o virtual), desde la creación del artificio, presentar a la sociedad, con evidencia y autoridad, una solución posible al problema detectado.
Estas son las impresiones que saqué de las propuestas y explicaciones presentadas en el estupendo Campus de Ultzama. Todas ellas realizadas sobre la base de la autoría y responsabilidad individual del arquitecto y su obra. El fenómeno de la producción colectiva, que está apareciendo en la actualidad gracias a la poderosa herramienta de la red, escapa completamente a estos apuntes. Para mí es definitivamente la mayor incógnita y, quién sabe si al mismo tiempo, la mayor oportunidad. Pero eso es otra historia.
PD. Para todo aquel que tenga interés, la documentación completa del I Campus de Ultzama, participantes, proyectos, intervenciones y editoriales varios, la puede encontrar en la http://scalae.net, dirigida por Félix Arranz, al igual que el Campus, y en la Fundación Arquitectura y Sociedad, principal impulsora del evento.>>

Fuente: http://www.soitu.es/soitu/2009/07/02/disenoyarquitectura/1246526509_960806.html

Nada más, un saludo a todos y hagamos de esto, algo habitual.
Mr. Minstrel.


sábado, 5 de febrero de 2011

ARQUITECTURA, ARQUITECTOS Y EL ESTADO DE LA PROFESIÓN, del Blog Stepien&Barno

En este artículo del blog se Stepien & Barno, dan un repaso muy interesante y bastante crítico a la profesión de arquitectura.


Copio aqui el articulo también.

"Parece que cada vez hay más publicaciones digitales que hablan de la dura realidad en que se encuentra inmerso el mundo de la arquitectura. Muchas veces, leyendo entre líneas los comentarios de artículos de medios de gran difusión, se encuentran visiones mucho más interesantes que lo que las propias publicaciones apuntan. Así que, hoy no toca hablar ni de la belleza, ni de la luz ni del espacio, esto lo dejamos para otro día. Si os animáis, vamos a por la parte menos divertida de la profesión.



La arquitectura es un mundo complicado. Una vez que eres arquitecto, tu vida da un giro de 180 grados y cambia tanto para bien como para mal. Es como un bicho que te pica y ya no te suelta, te hace ver la realidad de manera diferente y, en muchos casos, distinta al resto de los mortales. Desde que entramos en la carrera somos absorbidos por la magia de los grandes proyectos de arquitectura, pero al mismo tiempo, nos vamos convirtiendo en seres un tanto particulares y, por que no decirlo, egocéntricos. Seguramente, a las escuelas ya llegan los egos bastante subidos de tono, pero salvo raras excepciones, la propia universidad se encargará de que ese ego haga de ti un gran artista, un verdadero arquitecto. De esos que salen en el croquis y demás publicaciones de buen ver (por supuesto en papel, nada de esos endiablados blogs que hablan de cualquier cosa).

A esta realidad, hay que sumar el hecho de que en las aulas difícilmente se hable nada cercano al “mundo real”. Este es un gran secreto que se encargan de guardar a cal y canto los ilustres profesores que evangelizan sobre lo que es y no es arquitectura. Así, en muchas ocasiones, convierten a los alumnos en perfectos autómatas, que si algún día hacen un museo (como los de Kahn, of course) lo harán de maravilla. Pero de momento, lo que habrán aprendido es a hacer excelentes presentaciones para que en sus ratos libres se den una vuelta por el estudio del profesor de turno y le ayuden a terminar algún concurso.

Evidentemente, el alumno no desfallecerá hasta que el concurso quede niquelado. Porque otra cosa, no, pero entregados los arquitectos (o estudiantes en este caso) son lo más de lo más. Mientras esto ocurre, el resto de la profesión no puede competir en igualdad de condiciones. Porque, si partimos de la base de que quien tiene el estudio lleno de “becarios” no es manco precisamente proyectando (una cosa no quita la otra) y tiene a los mejores alumnos haciendo “tres des”, que harán las delicias del político más exigente, el tema se presenta más que complicado.



Así que, mientras esta competencia, cuando menos desleal, no asusta al entusiasta colectivo de arquitectos, el sistema parece ser asumido por casi todos. Seguimos presentándonos a concursos con bases infernales, jurados vergonzosos y sabiendo que aunque solo sea por probabilidades (una entre cien, no parecen ser muchas, ¿no?) no nos comeremos un rosco en el concurso.

La realidad es que la arquitectura es importante ¡cómo no va a serlo! pero no puede ser que se realice a cualquier precio. Hasta cuándo el poco trabajo que hay para realizar planes generales, se lo seguirán repartiendo entre cuatro estudios de urbanismo que se encargan de que nadie pueda competir contra ellos a la hora de conseguir un proyecto a de escala uno mil. Es tentador entrar ahora a hablar de la inutilidad de estos planes generales, pero esto lo dejamos para otro día. Lo que nos importa hoy es poner encima de la mesa, que la arquitectura está muy bien, que a todos nos encanta (cierto es, que a unos más que a otros), pero como no nos pongamos las pilas, los arquitectos lo vamos a seguir teniendo muy crudo.

Las ingenierías, mal que bien, son mucho más organizadas que nosotros. Trabajan más rápido y son más eficientes. Sabemos que mientras alguno está leyendo esto, tiene infinitas ganas de estrangularnos, pero es así como lo vemos. Y también, vemos que para ellas es muy fácil tener algún arquitecto en sus filas (nadie se lo impide y tontas no son) y competir por cualquier encargo contra el más aguerrido estudio de arquitectura. Con esto no decimos que el sistema sea bueno, ni siquiera que nos guste, sino que es así y, en cuatro días, va a ser mucho peor.

Mientras que a los arquitectos nos cuesta entregar un proyecto que no esté bordado, otros sectores saben que lo perfecto no es una meta a la que aspirar. Aquí nuevamente, nos tienta entrar en criticar los “cacharros” que salen de estos sistemas tan eficientes, pero hoy no es lo que toca. Hoy toca incidir en que si para hacer arquitectura con mayúsculas, las espaldas de algunos compañeros tienen que esquivar los latigazos del gurú de turno, nosotros nos desapuntamos del equipo campeón.

Ser arquitecto y/o tener un estudio de arquitectura debería ser sinónimo de haber tenido un mínimo sentido empresarial. Pero no, el arquitecto es arquitecto, y no se rebaja a ser como el común de los mortales. Es mucho más divertido, “apañárselas” como se pueda mientras se saca tiempo para hacer metalenguajes (muchos a posteriori), divinos decálogos y ser estrellas de la telebasura.



Así creemos que está el patio. Mal, muy mal. No somos nada positivos, lo sabemos. Ni tenemos la varita mágica para que esto cambie, también lo sabemos. Y también es cierto, que nada está más lejos de nuestras intenciones, que quitar la ilusión por la arquitectura a nadie (¡Dios nos libre!). Pero para seguir hablando del sexo de los ángeles, de vez en cuando, no viene mal tocar tierra, ver como está el percal y ponerlo encima de la mesa.
A partir de ahora, os pasamos el testigo y esperamos vuestra opinión sobre el tema. Seguro que alguno, mientras ya se ha apuntado a clases de alemán, corrobora nuestra visión. Otros nos tildarán de exagerados y derrotistas. Pero, aun así, nosotros pensamos que nuevos tiempos (en los que se normalizará la opinión constructiva, realista y educada, no ya de unos pocos, sino de casi todos) están por llegar."

lunes, 31 de enero de 2011

Artículo de interés

Buenas!

Hermanos arquierectos míos, aquí os adjunto un link de un artículo de El País, que habla sobre la degradación de la figura del arquitecto. Es realmente interesante.



Saludos!
Vilocastrador

viernes, 28 de enero de 2011

Exposición

¡Muy buena exposición colegas!Creo que a parte de al profesor ,le ha gustado el rollo del blog a algunos alumnos así que ya sabéis, seguiremos dando por saco y dándonos toda la caña que podamos en este blog hasta que nos cansemos o saquen una ley en contra de los blogs.
A todo aquel que quiera seguirnos ,es libre de hacerlo y estaremos encantados , y quien se sienta con ganas de comentar y aportar nuevas ideas que me lo diga a mí o a cualquiera de los administradores y estaremos más que encantados de ofreceros un huequecito en este espacio.
Un abrazo , Mr. Minstrel.

jueves, 27 de enero de 2011

Buscando el Equilibrio

Antes de nada, decir que al fin y al cabo, hemos podido llegar a una opinión más o menos común, por lo que es posible que mi conclusión final sea muy parecida a la de otros compañeros. Supongo que al final es mejor estar de acuerdo que en desacuerdo.

Siendo sincero, empecé a defender el ornamento sin tener totalmente claras mis ideas. Tras debatir durante un tiempo con los compañeros, parece ser que yo mismo me estaba convenciendo totalmente de que la base de la arquitectura es el ornamento. Finalmente llegué a la conclusión de que el ornamento es una de las bases de la arquitectura, junto a la funcionalidad.

Construir un edificio funcional y que no sea ornamentado, no merece ser introducido en el término arquitectura. Lo mismo digo de un edificio totalmente ornamentado pero nada funcional, o lo que es lo mismo, casi inhabitable. Por eso se llega a la conclusión de que hay que buscar un equilibrio entre estos dos para llegar a la perfección en la arquitectura. Lógicamente, un edificio siempre se inclinará algo más hacia un lado que hacia otro, cuyo motivo reside en la moda del momento. Hace ya bastantes años, se prefería un edificio perfectamente ornamentado, el cual diese una sensación de poder, antes que un edificio funcional como la moda actual.




En todo caso, tenemos que buscar el equilibrio en esa balanza. No ser extremo con el ornamento ni con la funcionalidad. Es un cambio que debemos ir buscando todos en nuestra vida como arquitectos.


Un saludo, Rafael Fernández.

domingo, 23 de enero de 2011

Existe un código ético en arquitectura?

Buscando información por internet, no encontré ningun codigo oficial, quizas exista, lo más parecido que he visto ha sido esto. Aqui estan algunas reglas que no se han respetado y se han roto sistemáticamente hasta llevarnos a la situación actual.

1. Actuar en forma honorable, respetable con virtudes de honestidad, integridad y veracidad en nuestro ejercicio cabal de la profesión.

No ha sido ejerciendo una arquitectura cabal y con lo que se ha construido en toda la costa, o se ha hecho el urbanismo que tenemos

2. No permitir que se violen las leyes, ordenanzas y reglamentaciones de el ejercicio profesional.

Seguro que todo los arquitectos han respetado las leyes y ordenanzas, ya había ayuntamientos que se encargaban de cambiar las leyes para favorecer los pelotazos. Y siempre habría un arquitecto dispuesto a diseñar esos proyectos sin mirar más que a su bolsillo.

3. No descuidar el mantenimiento y mejora de las construcciones.

4. No Ofrecerse para el desempeño de especialidades y funciones para las cuales no se tenga capaci­dad, preparación y experiencia razonable. O encargarse de obras sin que se hayan efectuado todos los estudios técnicos indispensables para su correcta ejecución.

Esto también a rajatabla, pero los estudios de impacto medio ambiental no son parte de esos estudios técnicos indispensables, o eso parece.

5. Dispensar por amistad, conveniencia o coacción, el cumplimiento de disposiciones obliga­torias, cuando la misión de su cargo sea la de hacerlas respetar y cumplir.

De enchufismo, mejor no hablamos.

6. Elaborar proyectos o preparar informes con negligencia o ligereza manifiesta o con criterios indebidamente optimistas.

Esos presupuestos trampeados, para llevarse la adjudicación y que luego no dejan de crecer conforme avanza la obra.

7. Firmar inconsultamente planos elaborados por otros y hacerse responsable de proyectos o trabajos que no estén bajo su inmediata dirección, revisión o supervisión.

Esta parte también tiene tela, que trabajen los aparejadores o delineantes y el arquitecto pase solo a firmar la obra.

8. Realizar acciones indebidas para obtener privilegios en el ejercicio profesional.

9. Atentar contra la reputación o los legítimos intereses de otros profesionales.

11. Contravenir deliberadamente a los principios de justicia y lealtad en sus relaciones con clientes, personal subalterno y obreros.

Aqui podemos meter la costumbre de hacer trabajar a los becarios o alumnos como si fuesen ya profesionales pero pagandoles solo lo mínimo.

12. Contribuir directa o indirectamente a la destrucción de los recursos naturales señalados en la ley que rige la materia.

En fin, el daño ecológico en nuestras costas parece dificilmente recuperable, y las ciudades que tenemos en su mayoría va a costar mucho esfuerzo hacerlas funcionar correctamente.

Tenemos que dejar de tirar balones fuera y de echarle la culpa a los promotores de todos las malas obras construidas, si no hubiese una firma de un arquitecto no hubieran podido cometer algunas de esas atrocidades.

Un arquitecto ha de ser Honesto y Veraz, debe obrar basandose en la verdad actuando y pensando siempre de acuerdo a esta y alejado de toda acción que lo lleve a la falsedad, la corrupción, la opacidad o parcialidad.

Un saludo
Jose Miguel

Arquitectura y ética

Ética, según la RAE parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. Su raiz proviene de la palabra griega "ethos" que también significa caracter, temperamento, y modos de ser. Podriamos decir que la ética es un modo de conducta adquirido por los hábitos y no por disposición natural, y que establece el concepto que lo que esta bien y lo que esta mal en la conducta humana.

Vivimos tiempos dificiles para los arquitectos, la arquitectura se encuentra alejada de la sociedad y no sin razón se critica a los arquitectos por haber ayudado al timo inmobiliario que nos ha llevado a esta situación.
Y me pregunto ¿que podemos hacer? queremos recuperar la importancia de la arquitectura, acercarla a la gente y por fín construir para el pueblo.
¿Que ha llevado a esta situación? como nos han contado en clase, los arquitectos han puesto su amor en el sitio equivocado.

¿Y si hubieramos tenido un comportamiento más ético? ¿y si no nos hubieramos dejado llevar por el atractivo del dinero? No podemos saber que hubiera pasado, y tampoco podemos contar con que todos los arquitectos se comportasen de acuerdo a unas normas de conducta establecidas entre todos. Pero si creo que como arquierectos y estudiantes debemos plantearnos como comportarnos en el futuro, cuando seamos profesionales.

http://www.youtube.com/watch?v=wjHfLTp0HxU

Un arquitecto ha de ser congruente, se espera de él que las ideas usadas para convencer al cliente sean las mismas cuando se ejecuten, que precise con el cliente los términos antes de iniciar las obras y que no permita cambios en el proyecto sin advertir de las consecuencias. Quizas si muchos se hubiesen comportado como Howard Roark no se hubiese llegado a esta situación.

Hay muchas otras cualidades que han de exigirsele a los arquitectos, y serán el objetivo de próximos articulos, muchas gracias por haber leido hasta aquí, y en especial a los creadores del blog por haberme dejado participar.

Un saludo a todos.
Jose Miguel